Llegamos al puerto, parqueamos el carro y nos bajamos. Caminando hacia el lugar se encuentran un montón de puestos vendiendo desde pescado seco hasta agua de coco. Con el calor que estaba haciendo antes de ingresar a ver los pescaditos decidimos comprar una merecida Minuta. La pedí con todo fresa, uva, leche condensada y miel de abeja con abeja.
El precio es lo de menos, pero estar parado frente al mar, con la brisita y una minuta en la mano vale lo que sea.
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